Pequenas alabanzas para grandes montañas
Respirar montañas. Respirar las que están vestidas de blanco siempre tan pulidas e imponentes. Respirar las montañas que tienen sus dioses amarillos, respirar las que son tupidas, húmedas y difíciles. Montañas llenas de silencio, de pasos, algunas impenetrables y vírgenes. Debe ser hermoso ser montaña, una que sea solo acariciada por animales salvajes.
Las montañas, un amor elevado. Siempre me llaman. Allá arriba me vuelvo infinita.
Esa hermosa forma tan estrecha y a la vez tan amplia, tan ruda y tan noble, llena de contradicciones, con sus humedades colgando, una diosa que hipnotizaba. Tan exuberante que desee su apariencia. Pensé en los seres que te recorren, en tu relación con el viento, en cómo son tus noches… ¿Duermes o pasas en vela esperando al sol? Diosa, puedes mudar de color, pero tu forma poco cambiará.